Sunday, April 15, 2012

Monseñor Román: Testigo de la bondad de Dios

Ya las hermanas han compartido lo que yo también he sentido de Monseñor Román.  Su admiración por Claret era algo tan característico que cuando los padres claretianos lo conocían se daban cuenta que en él vibraba Claret como si fuera claretiano y lo era de corazón.  Es más, había asimilado su espíritu de tal manera, que parecía que hablabas con el mismo Padre Fundador.

Los caminos de Dios son interesantes, yo conocí a Claret por Monseñor Román dos años antes de conocer a las Claretianas.  En la celebración de la Virgen de la Caridad de 1973 en el Marine Stadium pidió a los jóvenes que ayudaran a repartir las estampas de un santo "cubano."  Pero no era sólo repartir, había que conocer la vida del santo por si la gente nos preguntaba quién era.  Así que con mis amigas nos reunimos a memorizar los datos de su vida, por si acaso...Dos años después el 22 de septiembre de 1975 conocí a las Claretianas y desde el primer momento supe que Dios me quería Claretiana, me faltaban 5 días para cumplir 15 años.

Por el también conocí y empecé a amar a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba.  Esto afianzó mucho mi identidad cubana y el amor a la patria, pues el reunía esa doble dimensión: hombre de Dios y cubano.

Para mi en estos momentos lo que más me reta de la vida de Mons. Román es su bondad.  Se exigia tremendamente en todo, sin mucho alarde, pero con los demás era paciente y compasivo.  Nunca lo vi enfadado y trabajé bajo su supervisión varios años cuando era Vicario de Servicios Pastorales.  Sus evaluaciones anuales -que la Arquidiócesis le exigía que nos hiciera- eran sumamente benéficas.  Todos los días iba de oficina en oficina, "Hermana, cómo están los jóvenes?"  Cuando no te encontraba en la oficina dejaba una galletica o dulce para que supieras que había pasado, a veces sobre documentos que quedaban manchados con las galleticas... por lo cual le pusimos un platico para este fin.

La casa de Román estaba dentro de la propiedad del Centro Juvenil y siempre pasaba a saludar a los jóvenes a veces bien tarde en la noche cuando terminaba su apostolado...de ahi a veces se iba al hospital a visitar a algún enfermo.  No descansaba, pero por mucha actividad, nunca dejaba la oración.  Veíamos su capilla encendida tarde en la noche, lo veíamos rezar el rosario temprano en la mañana.

Gracias Monseñor por todo el cariño que has dado a los jóvenes y a las Claretianas en particular.  Hasta el cielo!

Sister Chiqui

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