Día 12 de octubre de 1869. A las once y media del día, el Señor me ha concedido el amor a los enemigos. Lo he sentido en mi corazón.
El Señor me ha asegurado con un prodigio: en el acto mismo que lo he sentido en el Corazón, he visto que el crucifijo y el cuadro de la Santísima Virgen se han juntado sin que nadie los haya tocado. (SAM)
Se aparta del camino el que se entretiene en él con cuatro flores de virtudes postizas, honrando a los santos y a la Reina de los santos con ciertas devociones sensibles y no cuida de cumplir los mandamientos divinos.(MAP)
La curiosidad – prosiguió el Pontífice – nos impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: “Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen”. Y el Papa comentó: “Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días”. “Estas novedades – afirmó el Papa – alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios”. Porque “Jesús dice que el Reino de Dios no viene para atraer la atención: viene en la sabiduría”. “¡El Reino de Dios está en medio de ustedes!”, dice Jesús: es “esta acción del Espíritu Santo la que nos da la sabiduría, la que nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión, así como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta” sino que “habló en la brisa suave, la brisa de la sabiduría”:
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