Me he metido a arreglar el jardin de la casa. Bueno, lo que quisiera ser jardin.
Hay matas. Hay palos. Hay flores. Hay enredaderas. Altas. Bajitas. Grandes. Gordas.
!Que horror! Dale. A cortar.
Hay una enredadera que ha crecido bastante. Esta ha tomado el espacio de los arboles que tienen flores. Le quita el espacio y la luz del sol. Me pongo a mirarla y me pregunto: ¿Qué hago? ¿La corto? ¿La dejo? Si la dejo, la otra no tiene espacio no puede dar sus flores. Si la corto, puede ser que eche sus flores. Pero nunca he visto flores en los dos años que llevo aquí. Bueno, a cortarla se ha dicho. Claro esta. Cortarla fue simplemente quitarle algunas ramas. El mismo proceso hice con las otras matas que están mas cerca de la casa. Procure dejarle espacio a cada una de las matas para que cada una pueda dar su fruto.
Mientras hacía todo ésto, dos cosas me venían a la mente.
La Primera es la Encíclica del Papa. En uno de los números el Papa explica que cuando vamos eliminando plantas, le vamos quitando el lugar de vivienda de todo un grupo de animal, de insectos. Voy cortando y voy pidiendo perdón por lo que hago. Lo segundo es la posible presencia de animales no muy amigables: culebras y gecos (no se si se escribe así). A la vez que pedía perdón le suplicaba al Señor no permitiera que se me presentara ningún animal extraño.
A veces, hay que dejar, hay que eliminar, hay que podar.
José tomó la decisión de no odiar a sus hermanos. Logró ver que el caos que habían creado ellos Dios lo había usado para bien. Los hermanos se quedan tranquilo ante esa respuesta.
Pienso lo mismo para nuestra Congregación. Hay "matas" que hay que cortar, otras que podar y muchas otras eliminar del todo. Solamente así daremos frutos en abundancia.
No comments:
Post a Comment