Hemos despedido a Mons. Agustín Román, obispo cubano y claretiano. Antes de comenzar su funeral hubo un silencio profundo, lleno de cariño, respeto, agradecimiento y dolor… Empezamos a oír las notas del canto a la Virgen Mambisa y todos cantamos unidos “que seamos hermanos” mientras entraba a la catedral la querida imagen que Monseñor cuidaba en la Ermita y que ahora lo venia acompañando a él. La emoción era fuerte porque muy dentro sentíamos el amor de este buen pastor y padre espiritual del pueblo cubano en el exilio, por cada uno de nosotros, por la Iglesia y por la patria que sufre. Agradecemos a Dios por su vida que fue testimonio profético como evangelizador, maestro y servidor para los necesitados por quienes se entregó hasta el final con el fuego de “la caridad de Cristo que urgía en su corazón”. Especialmente damos gracias por el sacrificio ofrecido de no poder volver a Cuba otra vez. Por medio de él, la devoción a la Madre de la Caridad nos ha mantenido firmes en la fe cristiana y unidos a ella hemos podido conservar nuestra identidad como pueblo cubano. ¡Gracias, Señor! Elisabet
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