AY DE MI SI NO EVANGELIZO! Es el lema que Monseñor Román escogió para su episcopado y este lema lo vivió en plenitud. Monseñor Román fue un hombre apasionado por el evangelio y se dedicó a anunciarlo hasta el último suspiro. La tarde del miércoles, Monseñor Román fue a tomar su carro para dirigirse a dar clases de catequesis en la Ermita de la Caridad pero no logró salir del parqueo de su residencia en el Centro Juvenil ya que sufrió un paro cardíaco. Hoy nuestra Iglesia de Miami está de luto porque perdió un gran evangelizador pero también está viviendo la fiesta pascual pues sabemos que resucitó con Cristo y está hoy en la presencia del Padre.
Cuando veía su incansable labor y compartía con él siempre pensaba que así debió de haber sido nuestro padre fundador, Antonio María Claret, a quien Monseñor Román conocía muy profundamente. Al igual que Claret, Monseñor Román aprovechando todos los medios de comunicaciones que tenía a su alcance para llevar el Evangelio. Era un escritor incansable y siempre estaba realizando escritos que imprimía para distribuirlos en la ermita, o para que salieran publicados en los periódicos locales. Una vez lo ví salir de su casa y solamente logré saludarlo pues tenía apuro por llegar a la estación de radio para dejar su programas catequético grabado.
Monseñor Román amó y sirvió con generosa entrega a los jóvenes. A pesar de su arduo trabajo, siempre tenía tiempo para pasar a saludarlos y darles su bendición. Si necesitábamos su ayuda con confesiones o misas siempre estuvo dispuesto a darnos una mano. En su cumpleaños, los jóvenes iban a la casa para cantarle feliz cumpleaños y compartía con ellos anécdotas que los jóvenes disfrutaban. Monseñor tenía un gran cariño por nosotras y muchas veces pasó por la oficina a saludar y preguntar por todas, que como están, que si habían jóvenes que querían ser claretianas. Cuando nos visitaba alguna hermana siempre estaba dispuesto a recibirla y compartir con ella. En las asambleas que realizamos en el Centro, venía a saludar y compartir con nosotras.
Monseñor tenía un gran amor a la Virgen y por las tardes salía al patio del Centro a rezar vísperas o oraba el santo rosario pidiéndole a María que intercediera ante Dios por el pueblo de Cuba a quien tanto amaba. Terminaba su rezo frente a la imagen de Claret y se quedaba un rato de pie frente a ella. Cuantas peticiones haría a su amigo Claret? Cuantas inquietudes misioneras compartiría con él? Doy gracias a Dios por su vida y su ejemplo de entrega incondicional al servicio de Dios.
Descansa en paz querido Monseñor Román y disfruta en el ¨segundo piso¨ de la presencia del Padre y el amor del Hijo! Estoy segura que ya estarás contento … en la gloria del nuevo cielo … con un suspiro de alegría … mirando lo que siempre quisistes … recibiendo el amor del Rey … y siendo lo que eres. (Parafraseando himno de la liturgia de las horas, IV Domingo, II Vísperas, el cual le gustaba a Monseñor Román y quería se cantara en su misa de resurrección)
Que el Señor nos conceda la gracia que al igual que Monseñor Román vivamos la misión con gozo y entregadas al anuncio del Reino hasta el último suspiro.
Un fuerte abrazo para todas y felices pascuas de Resurrección!Les quiere,
Claudia
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